Si yo fuera lágrimas seria de azúcar, pues no hay sensación más dulce que se llora con dulzuras. Si el morir nos hace llorar, que el llorar sea lo más dulce que experimentemos, la libertad tiene sabor dulce.
Cuando era una niña me preguntaba por qué nací, qué era el destino y que haría en la vida. Poco tiempo ha pasado des de entonce y ya conozco la respuesta: nací para robar besos de las avenidas de la muerte, para llenar de dulzura las lágrimas de tristeza que ella nos produce.
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