Es curioso como dejamos pasar el tiempo y nos olvidamos de todo. Aquello que nos parecía lo más importante del mundo ahora son simples recuerdos que se van perdiendo entre la senda del olvido y la memoria.
Es curioso como el paso del tiempo deja huella en nosotros, en nuestros corazones, en nuestras almas ... Aquellas largas conversaciones bajo las estrellas, aquellos besos robados, todo un mundo de pasión y amor se desvanece entre las estrellas y la luna. Solo ellas fueron testigos de aquellas noches, solo ellas conocen el secreto de la verdad.
Es curioso como el tiempo nos deja algo locos, algo olvidadizos, pero siempre marcados. Marcados por los secretos que arrastramos, marcados por nuestros actos que todos - buenos o malos - se pierden. El amor se olvida y el dolor pasa. Nada es eterno, todo es efímero, salvo el tiempo.
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Quiero ser la dueña del tiempo, dejar de pensar en él como algo transitorio, escribir mi propia historia y que dure para siempre.
Quizás esta es la única manera que tengo de dejar algo en este mundo, las palabras se las lleva el viento, los papeles se mojan pero mis pensamientos quedaran impresos en el tiempo, Él que se adueña de nuestras vidas, viene, se marcha, dejando atrás todas las preguntas hechas y brindandonos las oportunidades de resolverlas, caminando hacia mañana, caminando hacia el futuro. Pero cuando llegue el mañana las palabras del hoy seran las de ayer y el futuro sera el mañana. Seguiremos mirando al pasado y al futuro, como referentes temporales, como títeres de un teatro no escrito.
Y mi historia seguirá sin escribirse, seguirá siendo parte de un acto de ese teatro, seguirá oculta entre los pensamientos de aquellas marionetas que bailan al ritmo del olvido. Pero mi historia será representada, para la luna y las estrellas como únicos espectadores, para aquellos que viviran eternamente, para nadie más que el propio tiempo.