lunes, 29 de julio de 2013

Hay un dinosaurio en el cajero automático

Hay un dinosaurio en el cajero automático y ha roto el cristal de la puerta. Pedazos de cielo esparcidos por enmedio de la calle, pedacitos de cristal creando un mundo mejor, lleno de colores y de alegrías. Nadie se dietiene a recojer el estropicio, todos obian el hecho de que hay un dinosaurio en el cajero automático.
Las calles se llenan con la hora punta de la tarde: autobuses llenos de estudiantes, coches con ejecutivos, madres con sus niños, abuelos que pasean ... las calles empiezan a cobrar vida, pero nadie gira la vista para aberiguar por que hay trozos de vidrio por el suelo, nadie se da cuenta que hay un dinosaurio en el cajero automático.
Un joven estudiante de medicina espera frente al cajero, conectado con su móvil olvida completamente su alrededor, olvida que hay un dinosaurio en el cajero automático, solo espera a su chica. Llega. Se dan un beso. Un beso que vuela por toda la ciudad. Efímero. Eterno. Un segundo en el paraíso basta para poder pasar por alto las estupideces de este mundo, como por ejemplo, hay un dinosaurio en el cajero automático.

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